Continuamos con nuestro pequeño homenaje a las sufrientes víctimas de los crueles autores de BD.
Hoy nos dedicamos a un oficio que se ha prestado, muy especialmente, al escarnio público. Nos referimos al oficio del policía. Y aunque hay otros desdichados guardianes de la seguridad que tienen un lugar más destacado en la historia de la bande dessinée, comenzaremos con dos clarísimos ejemplares de lo que estos servidores públicos pueden sufrir, tanto en el orden psicológico como en el físico.
El primero de ellos es el agente 212 que, como se aprecia claramente en las viñetas siguientes, hace carne las durísimas humillaciones psicológicas a que puede estar sometido en su trabajo:
Hoy nos dedicamos a un oficio que se ha prestado, muy especialmente, al escarnio público. Nos referimos al oficio del policía. Y aunque hay otros desdichados guardianes de la seguridad que tienen un lugar más destacado en la historia de la bande dessinée, comenzaremos con dos clarísimos ejemplares de lo que estos servidores públicos pueden sufrir, tanto en el orden psicológico como en el físico.
El primero de ellos es el agente 212 que, como se aprecia claramente en las viñetas siguientes, hace carne las durísimas humillaciones psicológicas a que puede estar sometido en su trabajo:
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